Texto y música : Miquel Pujadó
Mira,
Cuba no fue para mi abuelo
sino una palabra a flor de labio,
una imagen de postal.
Mira,
ignoraba la trempera
que segrega la habanera.
Su mar fue la bañera
y el abanico su gregal.
Mira,
dicen que las leyes de la herencia
nos modelan como al barro,
pero –por lo que a mi atañe-
su principal efecto
lo llevo inyectado en la sangre…
Soy un pez de tierra adentro
¿Qué le voy a hacer,
si los chanquetes son mis primos
más lejanos?
No hay sal en mis cabellos
ni color en mi piel
ni un recuerdo de arena en la palma de mis manos.
Sé que no es motivo de orgullo
ni de vergüenza:
no todo el mundo es igual,
y es de agradecer.
Pero a menudo pienso en el mar
como el hijo lejos del hogar
y lleno de espuma el azul marino con mis sueños.
Mira,
no aturdo a las gaviotas
con recados para vecinas
de otras orillas, allende los mares.
Mira,
no confraternizo con Neptuno,
es un viejo cascarrabias
que trabaja de trapero
con las naves que va hundiendo.
Mira,
Al oir cantos de sirena
no ahorro algodón para las orejas:
debe dar corte arrambarse
a una maldita zorra
incapaz de separar los muslos.
Soy un pez de tierra adentro,
no tengo piratas
ni tesoros ni bergantines
en el fondo de mi infancia
y, por mucho que haya bebido
tramontanas con embudo,
no he podido emborracharme de océano.
Sé que no es motivo de orgullo
ni de vergüenza:
no todo el mundo es igual,
¡sería horrible!
Pero a menudo pienso en el mar
como el hijo lejos del hogar
y mis sueños llenan de espuma el horizonte.