Texto y música : Miquel Pujadó
No ignores que un corazón es una piedra invertida (*). / Más de cuatro lo olvidan, y cuando quieren entrar en el baile / esperando hallar un cojín / se destrozan la cabeza / y, creyendo soltar amarras, / se encadenan al verdugo. / Sé de corazones de sólido mármol, mausoleos de los sentimientos, / que, al morderlos, te hacen saltar todos los dientes. / Y conozco corazones de rubí / que parodian las hogueras / con las llamas mentirosas / de una tela de Dalí. / El corazón de mi corazón, si acaso lo has visto, / seguro que de entrada puede parecerte gris. / Pero es de primera / -un corazón de los de antes, / de piedra de chispa. / Es áspero al tacto / pero lo froto con el mío / y salta una chispa / que convierte un cuchitril / en la residencia de un dios. / Sé de corazones como la antracita, que te envuelven con negrura / y te hacen perder para siempre el sentido de la orientación. / Conocí un corazón de cuarzo, / un simpático artefacto / que marcaba la hora exacta / del adiós cada 45 minutos. / Sé de corazones de aguamarina donde se ahogan los sentidos. / Los hay incluso de arcilla, que se deshacen al apretar los dedos. / Por no hablar de los de zafiro / que, con brillo de porcelana, / al tomarlos como diana / te hacen siempre errar el tiro. / El corazón… / No olvidemos los corazones de jade, tan exóticos como brillantes, / campeones del esnobismo. Ni los de diamante, / que cortan los espejos / del deseo. Ni los de galena, / que no son más que una antena / que amplifica el canto de los gallos. / Si fuera preciso, aún podría vaciar hasta el final / el cajón donde se hermanan los corazones y el reino mineral, / pero donde yo veo oro y platino / tú verás una amatista… / Sigue, pues, tu pista / y déjame a mí repetir / que el corazón… (*) En catalán, roc = piedra, cor = corazón