LA PANDEMIA UNIVERSAL (LA PANDÈMIA UNIVERSAL)

1

Es más devastador que el ébola y la sida,

tan contagioso y democrático como la gripe.

Infatigable y malnacido más allá de toda medida,

se lo lleva todo por delante y nunca queda harto.

Escurridizo como una serpiente, su astucia

deja al zorro en ridiculo. Es resistente

al sol del Sáhara y al frío intenso de Rusia

y ninguna vacuna puede acabar con él.

Es el temible virus de la estupidez,

una hidra de mil cabezas, un monstruo aterrador,

una marea negra inmensamente extendida,

una gangrena que no admite amputación.

No le importan sexo, naciones, colores ni clases,

infecta a jóvenes y ancianos por un igual,

y, haciéndose suyos a los individuos y a las masas,

desencadena una pandemia, una pandemia universal.

2

La estupidez no excluye la inteligencia:

la coloniza y la erosiona desde dentro,

y la deforma lentamente, con paciencia,

y la utiliza para conseguir sus fines.

También se disfraza a menudo hábilmente

hasta que acaban confundiéndola con la verdad

los pontificadores ex-cátedra, una raza

que eructa tópicos con plena autoridad.

La estupidez también puede adoptar la forma

de tradiciones y creencias, del Mercado

cuando engulle revueltas con su boca enorme

y regurgita modas y banalidad.

De ella derivan prejuicios, fanatismos,

los celos –hijos de un orgullo enfermo-,

la crueldad, el culto al número, los dogmatismos,

todo lo que activa una pandemia, una pandemia universal.

3

Nadie puede huir de ella, nadie es inmune.

Todos la tenemos en un estado latente o activo.

Se nos puede manifestar hoy, mañana o dentro

de una semana, en invierno o en verano.

Tenemos que escucharnos al hablar, y detectarla

en una etapa embrionaria. Poco después

ya será tarde, demasiado tarde para intentar extirparla:

el estúpido nunca reconocerá que lo es.

La puedes combatir y hacerle daño con la ironía,

con unas líneas de Voltaire y, sobre todo,

dudando contínuamente, cuestionando día tras día

tus convicciones y el uso de cada palabra.

Pero la lucha durarà toda la vida,

y se hace difícil resistirse hasta el final

a la tentación de abandonarte a la embestida

y mezclarte con los que esparcen la pandemia, la pandemia universal.

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