Texto y música : Miquel Pujadó
En el Ensanche, Pau Calpena, unos siete dias por semana, / maldice a su ciudad / mal ventilada y provinciana. / Nacer aquí es como resbalar sobre una enorme piel de plátano. / Él quiere vivir en NY, proyectar su sombra en Manhattan. / En ese mismo instante, y en Manhattan, a Mary Jackson / le sabe amarga la Gran Manzana mientras da un concierto de cláxon. / Las arañas del estrés van subiendo por su espalda. / Quién pudiera estar en París, y embobarse junto al Sena. / Vayas donde vayas, ves muertos de asco. / Vayas donde vayas, alguien quiere huir. / De entrada, todo parece fantástico: / El Dorado te espera al final del camino. / Pero si te atreves a deshacer la maleta, / pero si plantas una sola raíz, / el espejismo se va a la porra / y la luna de miel se vuelve de arsénico. / El Paraíso tiene un precio: / hay que amarlo de lejos. / En cuanto lo pisas, / desaparece como el horizonte. Bajo el cielo gris de París, Jean Dufour tose y estornuda, / no soporta la humedad ni la lluvia tan tozuda. / Daría a saber qué, tanto que le falta vocabulario, / para poder calentarse bajo el sol ardiente de Méjico. / En la gran Ciudad de Méjico se consume Silvia Alameda, / harta de machismo, pesos, polución y fría materia. / Sólo piensa en el Tíbet, donde las mentes brillan como llamas. / ¿Cuándo podrá purificar el karma entre los lamas? / Vayas donde vayas… / Precisamente en Lhasa, Tsong-k’a-pa cae en el abismo / de su odio por el Tíbet, la miseria y el budismo. / Quisiera ganar dinero, vivir bien e ir de marcha. / Si el infierno llevase a Tokyo, saltaría en él sin red. / Y allí en Tokyo, Kazuko ve podrirse su existencia / entre el metro, el karaoke y diez horas de gerencia. / Hormiguita entre hormigas, quiere sentirse persona, / reenconrtrar su humanidad por las calles de Barcelona. / Vayas donde vayas…